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El compostaje de la fibra de palma aceitera suele ser un proceso difícil debido principalmente a la alta cantidad de compuestos orgánicos como lignina y celulosa que conforman el tejido de la fibra, los cuales son de difícil degradación. Prácticas como la aireación de la cama de compostaje al menos dos veces por semana y el mantenimiento de la humedad de la fibra entre 45 y 60 % de humedad gravimétrica, promueven la obtención de un buen compost. Sin embargo, esto implica esperar periodos de más de tres meses para obtener un material estable. Mediante la incorporación de la fibra con enmiendas microbiológicas, como los biofermentos, microorganismos descomponedores como Trichoderma harziamun o Streptomyces spp, se logra la obtención de una fibra estable, de alta calidad, que posee alta diversidad microbiológica, la cual obtuvo una alta tasa de descomposición una vez aplicada en el campo. La incorporación de lodos secos de las fosas de oxidación y las cenizas de la planta extractora también promovieron mejoras químicas en la calidad de la fibra que pueden representar mejoras significativas en los programas de fertilización, ya que además de promover cambios a nivel químico también favorece el ambiente microbiológico del cultivo y el desarrollo de un sistema radical saludable y funcional.